AL
OTRO LADO DEL ESTRECHO
A
mediados de los 80 la sequía fue tremenda en toda España y muy
especialmente en el Campo de Gibraltar. El pantano de Castellar no daba abasto, aún no se había construido Charco Redondo, las pérdidas tanto
de la red en alta como en la de distribución municipal eran muy grandes y, como
no podía ser de otra forma, comenzaron las restricciones. El alcalde Miguel
Domínguez promulgó un bando alertando de la situación con el fin de que se
ahorrara toda el agua posible. Era curioso pues no solo se le multiplicaba la tarifa a los que se
excedían en el consumo sino que aportaba
determinadas medidas de uso cotidiano multándose de manera inmediata a los que
se atrevieran a regar. Como siempre el pueblo respondió de forma ejemplar y el consumo bajó de forma espectacular,
aunque el verde de los jardines de Los Barrios se tornó de color pardo
amarillento. Algunas personas que poco a
poco se convirtieron en multitud se acercaban a la garganta del Prior para
llenar sus vasijas del líquido elemento y se comenzó a divulgar por el pueblo la idea de hacer algo en esa
garganta que realmente era una fuente inagotable. Empatizamos con los
ciudadanos y pusimos a trabajar a los técnicos para la realización de un
proyecto, pequeña represa, filtros, etc, y mantuvimos conversaciones con los
propietarios por donde tenían que pasar las tuberías hasta llegar a los
depósitos municipales.
Las obras se
realizaron en un tiempo record y los depósitos
empezaron a mantenerse llenos, Los Barrios tenía agua propia suficiente
para el abastecimiento. Tengo que mencionar aquí a Juan Cabello y a su
cuadrilla Antonio Correro, Pepe Torres y Pepe Melgar, que fueron formidables, entre taco y taco, al
de la máquina y, acordándose de la familia de los técnicos, concejales y
alcalde incluido, consiguieron el objetivo. Estos buenos resultados dieron pie
a continuar buscando soluciones
para ofrecer a otros municipios y
comenzamos a hacer prospecciones, algunas de ellas con excelentes resultados,
como la de la Zorrilla de donde se podían extraer hasta 160 litros por minuto.
Tres concejales de la corporación éramos de
origen ceutí y conocíamos en carne propia los sufrimientos de la escasez de
agua que padecía Ceuta y que si continuaba la sequía podría peligrar el
suministro. Realizamos por ello gestiones con el ayuntamiento ceutí que casi llevamos a buen término si no llega
a ser por la esperada y afortunada aparición de las lluvias.
El
primer teniente de alcalde de Ceuta, José Montes, y yo entablamos una muy buena
relación y alcanzamos otros acuerdos
como que la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre visitara la feria de Ceuta
con el espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces.
Fuimos invitados el
vicepresidente de Diputación, Pedro Quiñones,
Miguel Domínguez, y yo mismo y tengo que decir que recibimos un trato
exquisito por parte tanto del alcalde Francisco Fray, como de los concejales.
Dentro de la visita que efectuamos a la ciudad nos enseñaron la remodelación que estaba a punto de
inaugurarse del parque de San Amaro, con animales autóctonos que habían
desaparecido entre los que había algunas hembras de ciervo y para las que nos
solicitaron un venado macho de los montes de propios de Los Barrios como
semental.
Culminó nuestro recorrido con una visita a Marruecos donde recorrimos
desde la calle Tranca en Tetuán hasta un cafetín, aún me sonrío al recordar las
caras de los peninsulares. De regreso a Los Barrios pusimos en marcha la cacería del venado y su resultado
no pudo ser más desolador. Fue una cacería primitiva, una vez cazado a lazo el
animal procedimos a sedarlo con la dosis que el veterinario nos había
preparado. Se le bajó atado de patas a un palo por entre los riscos y se le
introdujo en un cajón de reses bravas en
el camión con dirección al puerto de Algeciras para embarcar. Tuvimos tan mala
suerte que el último barco había salido
y teníamos que esperar al primero de la mañana. El ciervo murió esa noche en el
cajón y recuerdo ver llorar a hombres como Pepe Correro o Marín cuando
sin poder aprovechar nada de él, lo enterraban. Pepe me dijo "Pepote, esto
nunca más" A pesar de todo, meses más tarde le proporcionamos un macho del
que me imagino disfrutarían los visitantes de San Amaro.
El
vínculo con Ceuta lo habíamos iniciado a través de la Feria con Garzón, un
constructor de carrozas que contratamos
para que las mismas estuvieran en la Feria de San Isidro. Nuestra
relación fue tal que llegamos con él a un acuerdo y nos convertimos en promotores de carrozas
de la Comarca. Las carrozas se guardaban
en los almacenes municipales y el almacenero municipal de entonces Juan Martín se
encargaba de que estuvieran en las
distintas ferias. Esto le ahorraba al constructor los costes de embarque desde
Ceuta y nosotros las teníamos gratis para Los Barrios. Con el tiempo Garzón
terminó realizándolas en el ayuntamiento
con algunos empleados municipales: Bernardo, Pérez Pérez, Julio Lara y Marín.
Al morir Garzón se
había creado una auténtica escuela de
carrozas y recuerdo que su hijo le regaló a Juan Martín las bateas para
asegurar de esa forma que la obra de su padre siguiera viva. No sé si al final
las bateas se quedaron en el ayuntamiento o el tiempo que todo lo puede las
deterioró, lo que sí sé, sin temor a equivocarme, es que tanto a Juan Martín,
Salvador Correro, Bernardo, Pérez, Julio Lara
y Marín no olvidaran mientras vivan que sus "obras de arte" se
pasearon por todos los pueblos del Campo
de Gibraltar y de la Provincia, y que un hombre ya en el arrabal de senectud fue capaz de
entusiasmarlos con lo que había hecho toda su vida en la vieja estación del
ferrocarril de Ceuta: crear ilusiones.
José
del Real octubre de 2004
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