
Las obras se realizaron en un tiempo record y los depósitos empezaron a mantenerse llenos, Los Barrios tenía agua propia suficiente para el abastecimiento. Tengo que mencionar aquí a Juan Cabello y a su cuadrilla Antonio Correro, Pepe Torres y Pepe Melgar, que fueron formidables, entre taco y taco, al de la máquina y, acordándose de la familia de los técnicos, concejales y alcalde incluido, consiguieron el objetivo. Estos buenos resultados dieron pie a continuar buscando soluciones para ofrecer a otros municipios y comenzamos a hacer prospecciones, algunas de ellas con excelentes resultados, como la de la Zorrilla de donde se podían extraer hasta 160 litros por minuto.
Tres concejales de la corporación éramos de
origen ceutí y conocíamos en carne propia los sufrimientos de la escasez de
agua que padecía Ceuta y que si continuaba la sequía podría peligrar el
suministro. Realizamos por ello gestiones con el ayuntamiento ceutí que casi llevamos a buen término si no llega
a ser por la esperada y afortunada aparición de las lluvias.
El primer teniente de alcalde de Ceuta, José Montes, y yo entablamos una muy buena relación y alcanzamos otros acuerdos como que la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre visitara la feria de Ceuta con el espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces.
Fuimos invitados el
vicepresidente de Diputación, Pedro Quiñones,
Miguel Domínguez, y yo mismo y tengo que decir que recibimos un trato
exquisito por parte tanto del alcalde Francisco Fray, como de los concejales.
Dentro de la visita que efectuamos a la ciudad nos enseñaron la remodelación que estaba a punto de inaugurarse del parque de San Amaro, con animales autóctonos que habían desaparecido entre los que había algunas hembras de ciervo y para las que nos solicitaron un venado macho de los montes de propios de Los Barrios como semental.
Culminó nuestro recorrido con una visita a Marruecos donde recorrimos
desde la calle Tranca en Tetuán hasta un cafetín, aún me sonrío al recordar las
caras de los peninsulares. De regreso a Los Barrios pusimos en marcha la cacería del venado y su resultado
no pudo ser más desolador. Fue una cacería primitiva, una vez cazado a lazo el
animal procedimos a sedarlo con la dosis que el veterinario nos había
preparado. Se le bajó atado de patas a un palo por entre los riscos y se le
introdujo en un cajón de reses bravas en
el camión con dirección al puerto de Algeciras para embarcar. Tuvimos tan mala
suerte que el último barco había salido
y teníamos que esperar al primero de la mañana. El ciervo murió esa noche en el
cajón y recuerdo ver llorar a hombres como Pepe Correro o Marín cuando
sin poder aprovechar nada de él, lo enterraban. Pepe me dijo "Pepote, esto
nunca más" A pesar de todo, meses más tarde le proporcionamos un macho del
que me imagino disfrutarían los visitantes de San Amaro.

Al morir Garzón se había creado una auténtica escuela de carrozas y recuerdo que su hijo le regaló a Juan Martín las bateas para asegurar de esa forma que la obra de su padre siguiera viva. No sé si al final las bateas se quedaron en el ayuntamiento o el tiempo que todo lo puede las deterioró, lo que sí sé, sin temor a equivocarme, es que tanto a Juan Martín, Salvador Correro, Bernardo, Pérez, Julio Lara y Marín no olvidaran mientras vivan que sus "obras de arte" se pasearon por todos los pueblos del Campo de Gibraltar y de la Provincia, y que un hombre ya en el arrabal de senectud fue capaz de entusiasmarlos con lo que había hecho toda su vida en la vieja estación del ferrocarril de Ceuta: crear ilusiones.

José
del Real octubre de 2004


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