martes, 18 de mayo de 2010

AL OTRO LADO DEL ESTRECHO


A mediados de los 80 la sequía fue tremenda en toda España y muy especialmente en el Campo de Gibraltar. El pantano de Castellar no daba abasto, aún no se había construido Charco Redondo, las pérdidas tanto de la red en alta como en la de distribución municipal eran muy grandes y, como no podía ser de otra forma, comenzaron las restricciones. El alcalde Miguel Domínguez promulgó un bando alertando de la situación con el fin de que se ahorrara toda el agua posible. Era curioso pues no solo se le multiplicaba la tarifa a los que se excedían en el consumo sino que aportaba determinadas medidas de uso cotidiano multándose de manera inmediata a los que se atrevieran a regar. Como siempre el pueblo respondió de forma ejemplar y el consumo bajó de forma espectacular, aunque el verde de los jardines de Los Barrios se tornó de color pardo amarillento. Algunas personas que poco a poco se convirtieron en multitud se acercaban a la garganta del Prior para llenar sus vasijas del líquido elemento y se comenzó a divulgar por el pueblo la idea de hacer algo en esa garganta que realmente era una fuente inagotable. Empatizamos con los ciudadanos y pusimos a trabajar a los técnicos para la realización de un proyecto, pequeña represa, filtros, etc, y mantuvimos conversaciones con los propietarios por donde tenían que pasar las tuberías hasta llegar a los depósitos municipales. Las obras se realizaron en un tiempo record y los depósitos empezaron a mantenerse llenos, Los Barrios tenía agua propia suficiente para el abastecimiento. Tengo que mencionar aquí a Juan Cabello y a su cuadrilla Antonio Correro, Pepe Torres y Pepe Melgar, que fueron formidables, entre taco y taco, al de la máquina y, acordándose de la familia de los técnicos, concejales y alcalde incluido, consiguieron el objetivo. Estos buenos resultados dieron pie a continuar buscando soluciones para ofrecer a otros municipios y comenzamos a hacer prospecciones, algunas de ellas con excelentes resultados, como la de la Zorrilla de donde se podían extraer hasta 160 litros por minuto.
Tres concejales de la corporación éramos de origen ceutí y conocíamos en carne propia los sufrimientos de la escasez de agua que padecía Ceuta y que si continuaba la sequía podría peligrar el suministro. Realizamos por ello gestiones con el ayuntamiento ceutí que casi llevamos a buen término si no llega a ser por la esperada y afortunada aparición de las lluvias.
El primer teniente de alcalde de Ceuta, José Montes, y yo entablamos una muy buena relación y alcanzamos otros acuerdos como que la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre visitara la feria de Ceuta con el espectáculo Cómo bailan los caballos andaluces. Fuimos invitados el vicepresidente de Diputación, Pedro Quiñones, Miguel Domínguez, y yo mismo y tengo que decir que recibimos un trato exquisito por parte tanto del alcalde Francisco Fray, como de los concejales. Dentro de la visita que efectuamos a la ciudad nos enseñaron la remodelación que estaba a punto de inaugurarse del parque de San Amaro, con animales autóctonos que habían desaparecido entre los que había algunas hembras de ciervo y para las que nos solicitaron un venado macho de los montes de propios de Los Barrios como semental. Culminó nuestro recorrido con una visita a Marruecos donde recorrimos desde la calle Tranca en Tetuán hasta un cafetín, aún me sonrío al recordar las caras de los peninsulares. De regreso a Los Barrios pusimos en marcha la cacería del venado y su resultado no pudo ser más desolador. Fue una cacería primitiva, una vez cazado a lazo el animal procedimos a sedarlo con la dosis que el veterinario nos había preparado. Se le bajó atado de patas a un palo por entre los riscos y se le introdujo en un cajón de reses bravas en el camión con dirección al puerto de Algeciras para embarcar. Tuvimos tan mala suerte que el último barco había salido y teníamos que esperar al primero de la mañana. El ciervo murió esa noche en el cajón y recuerdo ver llorar a hombres como Pepe Correro o Marín cuando sin poder aprovechar nada de él, lo enterraban. Pepe me dijo "Pepote, esto nunca más" A pesar de todo, meses más tarde le proporcionamos un macho del que me imagino disfrutarían los visitantes de San Amaro.
El vínculo con Ceuta lo habíamos iniciado a través de la Feria con Garzón, un constructor de carrozas que contratamos para que las mismas estuvieran en la Feria de San Isidro. Nuestra relación fue tal que llegamos con él a un acuerdo y nos convertimos en promotores de carrozas de la Comarca. Las carrozas se guardaban en los almacenes municipales y el almacenero municipal de entonces Juan Martín se encargaba de que estuvieran en las distintas ferias. Esto le ahorraba al constructor los costes de embarque desde Ceuta y nosotros las teníamos gratis para Los Barrios. Con el tiempo Garzón terminó realizándolas en el ayuntamiento con algunos empleados municipales: Bernardo, Pérez Pérez, Julio Lara y Marín. Al morir Garzón se había creado una auténtica escuela de carrozas y recuerdo que su hijo le regaló a Juan Martín las bateas para asegurar de esa forma que la obra de su padre siguiera viva. No sé si al final las bateas se quedaron en el ayuntamiento o el tiempo que todo lo puede las deterioró, lo que sí sé, sin temor a equivocarme, es que tanto a Juan Martín, Salvador Correro, Bernardo, Pérez, Julio Lara y Marín no olvidaran mientras vivan que sus "obras de arte" se pasearon por todos los pueblos del Campo de Gibraltar y de la Provincia, y que un hombre ya en el arrabal de senectud fue capaz de entusiasmarlos con lo que había hecho toda su vida en la vieja estación del ferrocarril de Ceuta: crear ilusiones.


José del Real octubre de 2004

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